Los límites de este “softactivismo”
Publicada el sábado 23 de agosto en el Suplemento Sábado de La Nación
“Eso es softactivismo”, me dijo un aguerrido activista de derechos de internet refiriéndose a quienes, sin dejar la comodidad de su sillón, se jactan de luchar por causas justas o políticamente correctas. Sucede que, para los militantes más comprometidos, la disputa real se da con el cuerpo. Salir a la calle, participar junto con otros en un debate, construyendo o destruyendo leyes, o dedicando tiempo (cuerpo que se gasta) en estar con otros que lo necesitan. El me gusta de Facebook, el faveo de Twitter, la firma en change.org, dicen los más comprometidos, está bien, pero tiene límites.
La tendencia tiene nombre en inglés: slacktivismo, por “slacker”, o vago. Usado peyorativamente, describe a quienes participan de todo tipo de campañas para sentirse bien, a un costo cero. Pero, si tuvieran que salir a defender esas causas a la calle, o involucrándose realmente con el problema, tal vez no lo harían.
El “Ice Bucket Challenge”, viralizado esta semana para ayudar a la causa de la esclerosis lateral amitrófica, es un ejemplo. El motivo es importante. Sin embargo, el marketing de las celebridades superó a la causa noble: todos terminamos mirando la lista de famosos que sumó desafío en las redes sociales. ¿Quién lo hizo, quién no, Messi desafió al Kun, Charlie Sheen donó plata de verdad, Lena Dunham de Girls usó una malla muy escotada para algo tan serio? Ehhhmm, ¿cuál era en realidad la causa? ¿Cuál es la próxima buena intención para sumarse?
A favor de los cliqueadores con buenas intenciones, un estudio de la Universidad de Georgetown de 2011 encontró que la gente que se involucra con las causas virtuales es más propensa a hacerlo con otras causas, incluyendo donar dinero y tiempo propios, o reclutando a otros para unirse. En marketing, el valor de estos “influenciadores” sociales es enorme: una persona “común” genera confianza y puede multiplicar un mensaje de confianza para que otros se sumen a una acción. Por eso las ONGs tomaron nota de este dato y comenzaron a reclutarlos.
Sin embargo, otros advierten. El escritor bielorruso Evgeny Morozov, el más escritor pensador actual sobre política y tecnología dice: “el slacktivismo es peligroso porque conduce a la promiscuidad civil, a comprar en el mercado de identidades que es Facebook”. Y señala: “los activistas de la red se creen útiles e importantes, pero su impacto político es inexistente”. Por supuesto que donar algo es mejor que nada, pero según Morozov hay un efecto placebo, un sentirse bien fácil y momentáneo, que luego sigue con nuestra vida de siempre, tal vez menos correcta.
La autora es periodista y está escribiendo el libro “Guerras de internet”.